En la década
del 60 sucedió algo que para muchos pasó inadvertido, sin embargo tuvo una
importante repercusión en el ambiente pediátrico y un poco menos en el
psicológico, se trata de lo que Spitz denominó “síndrome de hospitalismo.
Los bebés
eran internados por diferentes motivos pero de manera inexplicable morían sin
transcurrir ninguna evolución. Primero se mostraban animados y graciosos, luego
entraban en un período más tranquilo y se convertían en muy demandantes de
atención, y por ultimo entraban en un tercer período donde se volvían pasivos y
taciturnos, para entrar en un período donde se negaban a comer y muchos morían.
Los
hospitales donde sucedían estos casos poseían toda la tecnología necesaria,
personal era altamente capacitado y no faltaba alimento, ni la medicación de
última generación, sin embargo estos
bebés se negaban a vivir, demandando algo que les faltaba a tan elevado
bienestar social. Fue René Spitz quien descubrió que lo que falta era la madre.
Pero no sólo la madre física, sino el ámbito familiar, el afecto, el cariño de
todos los miembros de la familia hacia el pequeño.
Rene Spitz
describe este síndrome como:
"el
deterioro progresivo que aparece en los niños/as hospitalizados desde los
primeros días de su vida y que no puede atribuirse ni a infecciones ni a
deficiencias higiénicas, sino a la propia reclusión en el centro
hospitalario".
Luna y
colaboradores lo han definido como:
" La
serie de trastornos que sufre el niño/a internado como consecuencia de la
carencia más o menos larga del clima familiar, que incluye la separación de la
madre, la introducción en un ambiente extraño y la carencia de las relaciones afectivas
propias del individuo"
Hay que tener
en cuenta que por lo general el personal sanitario no suele jugar con ellos/as,
y dialoga casi exclusivamente sobre los cambios en su enfermedad. Las caricias,
el contacto físico, en definitiva todos los signos y símbolos del lenguaje no
verbal están deficientemente presentes.
En los
países desarrollados rara vez observamos casos severos debidos fundamentalmente
a la labor de pedagogos, maestros, educadores y psicólogos, no es menos cierto,
que pueden producirse, y que es mejor conocer los problemas posibles
anticipándose a ellos.
Pero………¿Qué
piensan los niños/as de los Hospitales? En una pequeña encuesta que se llevó a cabo en un Hospital, los pequeños
ingresados/as manifestaron que no les gusta el mobiliario porque es feo,
tampoco los cuartos de baño, ni los pijamas porque son todos iguales y
normalmente no son de su talla, que huele raro, acostarse pronto, la comida
tampoco es de su agrado, que les pinchen etc.
Lo que es un
hecho evidente es que la hospitalización de un niño/a sólo debe realizarse
cuando sea estrictamente necesaria, ya que es una experiencia estresante con
consecuencias sociales y psicológicas tanto para el niño/a como para sus
padres, pudiendo incluso, llegar a ser más debilitante que la enfermedad misma.
Fuente: Artículo: "EL
SÍNDROME DE HOSPITALISMO: LA REVOLUCION CULTURAL DE LOS BEBES"
Luis
Rodríguez Bausá.
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